Mi memoria favorita de mi infancia es mi Primero Comunión. Tenía ocho años, mi cumpleaños era unas semanas antes de. Era un día muy bonita, hacía sol. Antes de la ceremonia, en la mañana, mi madre y yo fuimos al salón de belleza para mi recibí un peinado. Era magnificado, yo parecía muy bonita. ¡En mi pelo había una corona y un velo de la boda de mi madre! Entonces, era muy especial. También, mis abuelas de Pensilvania vinieron por esté evento, claro que sí. Cuando regresamos a casa, yo recibí una Biblia y un oso de peluche por mis padres y mi hermanita, Kristen. Ella tenía cinco años, y asistió la escuela de preescolar. Yo era en el segundo grado. De mis abuelos, yo recibí el collar de Mary, la madre de Cristo. Yo llevaba lo aquel día. Próximo, yo tenía que ponerse mi vestido. Lo era mismo vestido que mi prima llevaba por su Primero Comunión. Era blanco con destellos y encajes. ¡Con mi pelo, vestido, y collar, yo era lista! Hasta aquí, mi familia y yo fuimos a la iglesia. Yo senté con mi familia en el banco. El sacerdote dijo la misa, y finalmente, yo fui la delantera y recibí la comunión. Yo era muy feliz. Después de la misa, mi madre sacó muchas fotos y entonces mis parientes y yo fueron al restaurante de Café Aldo Lamberti. La comida era deliciosa, y el pastel era el mejor. El día era muy especial para mí porque yo recibí Jesús.
Me gusta ser una adolescente ahora, pero me gustaba ser una niña también. Cuando era joven, tenía menos responsabilidades, entonces tenía más tiempo relajaba. Pero, yo tenía menos privilegios. También, yo no sabía mucho cada nada. Hasta aquí, me gusta ser una adolescente, y no me gustaría regresar mis días de infancia. Creo que la vida cada vez mejor tan tú llegas viejo. Tú aprendes y aumentas más y más. Tan, tu vida continúas ser completa.
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